Que chorrea más grasa que una tortafrita comprada en el Parque Rodo?
Si usted contestó “un grupo de hombres jóvenes uruguayos de vacaciones en Florianópolis”, acertó.
Que más puede pretender para el verano un joven uruguayo con ínfulas de “winner”, que irse de vacaciones a Floripa? Nada! Comida barata, alojamiento barato y sobre todo mujeres baratas.
Todo comienza en el bondi, que por supuesto debe ser de EGA. Ahí se van amontonando todos, con sus camisetas de la Selección Nacional, de Peñarol o Nacional, cantando murga o algún tema de Jaime, tomando mate y con la ansiedad a flor de piel por llegar a ese paraíso tropical. Los espera un apartamento de 1 dormitorio, donde por ahorrar unos mangos se amontonan diez y pasa a ser lo más parecido a un campo de refugiados ruandeses.
Luego de ponerse la sunga y las sandalias bajan a comer algo. Las delicias culinarias del espeto corrido no se hacen esperar. La comida les entra por los ojos, la gula les gana las mentes. Se sientan en el calor del mediodía brasilero, los codos pegados en los manteles de plástico, y comienzan a digerir todo lo que pueden hasta casi vomitar. Habiendo saciado su apetito, con la panza llena es hora de ir a la playa.
Se acomodan donde pueden, apretándose entre la gente que se amontona en la arena. Se quitan la camiseta de su cuadro de futbol, se rascan la panza (si es necesario se sacan alguna pelotilla del ombligo) y comienzan a escudriñar la zona en busca de garotas.
El mate y el termo no pueden faltar, siempre hablan alto y tratan de hacerse ver, pero ojo! No los vayan a confundir con argentinos porque se ofenden.
Lo realmente imperdible es oírlos intentar “falar” portuñol para encararse alguna menina brasilera, y aquí lo fundamental es no dudar, si no se sabe una palabra, decirla con acento brasilero alcanza.
El son se pone y vuelven al apartamento. Se hace hora de salir. Ya se complica para ponerse esa remera ajustada que dice “Eu amo Floripa”, porque evidentemente el “Rayito de Sol” no dio para protegerse del sol de mediodía. A pesar de su dominio del portuñol y los litros de Brahma ingeridos, parece que las brasileras no son tan fáciles como imaginaban.
Si usted contestó “un grupo de hombres jóvenes uruguayos de vacaciones en Florianópolis”, acertó.
Que más puede pretender para el verano un joven uruguayo con ínfulas de “winner”, que irse de vacaciones a Floripa? Nada! Comida barata, alojamiento barato y sobre todo mujeres baratas.
Todo comienza en el bondi, que por supuesto debe ser de EGA. Ahí se van amontonando todos, con sus camisetas de la Selección Nacional, de Peñarol o Nacional, cantando murga o algún tema de Jaime, tomando mate y con la ansiedad a flor de piel por llegar a ese paraíso tropical. Los espera un apartamento de 1 dormitorio, donde por ahorrar unos mangos se amontonan diez y pasa a ser lo más parecido a un campo de refugiados ruandeses.
Luego de ponerse la sunga y las sandalias bajan a comer algo. Las delicias culinarias del espeto corrido no se hacen esperar. La comida les entra por los ojos, la gula les gana las mentes. Se sientan en el calor del mediodía brasilero, los codos pegados en los manteles de plástico, y comienzan a digerir todo lo que pueden hasta casi vomitar. Habiendo saciado su apetito, con la panza llena es hora de ir a la playa.
Se acomodan donde pueden, apretándose entre la gente que se amontona en la arena. Se quitan la camiseta de su cuadro de futbol, se rascan la panza (si es necesario se sacan alguna pelotilla del ombligo) y comienzan a escudriñar la zona en busca de garotas.
El mate y el termo no pueden faltar, siempre hablan alto y tratan de hacerse ver, pero ojo! No los vayan a confundir con argentinos porque se ofenden.
Lo realmente imperdible es oírlos intentar “falar” portuñol para encararse alguna menina brasilera, y aquí lo fundamental es no dudar, si no se sabe una palabra, decirla con acento brasilero alcanza.
El son se pone y vuelven al apartamento. Se hace hora de salir. Ya se complica para ponerse esa remera ajustada que dice “Eu amo Floripa”, porque evidentemente el “Rayito de Sol” no dio para protegerse del sol de mediodía. A pesar de su dominio del portuñol y los litros de Brahma ingeridos, parece que las brasileras no son tan fáciles como imaginaban.
Para hacerla corta, esta historia siempre termina igual. Lo único que acaban consiguiendo es alguna uruguaya hipilla media turra o brasilera pasadita de kilos y bastante feíta; pero quien les quita lo sambado!
Luego de una semana ya llegó la hora de regresar. Las historias que les van a contar a los compañeros de laburo! Y por si necesitan pruebas, siempre tienen las fotos que se sacaron en la playa con terribles minas, a las que solo consiguieron tocarles el hombro mientras posaban con cara de winner.
Luego de una semana ya llegó la hora de regresar. Las historias que les van a contar a los compañeros de laburo! Y por si necesitan pruebas, siempre tienen las fotos que se sacaron en la playa con terribles minas, a las que solo consiguieron tocarles el hombro mientras posaban con cara de winner.
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